En estos tiempos se escucha mucho hablar de autónomos y emprendedores, utilizando estos términos como intercambiables, cuando no siempre es así. Es muy frecuente confundir el autoempleo con emprendimiento cuando se habla de políticas de empleo, pero un trabajador autónomo no siempre es un emprendedor, ni todo emprendedor es un trabajador autónomo.

¿Qué es un autónomo?

El Estatuto de los Trabajadores Autónomos los describe de la siguiente forma:  “Se considera como tal las personas físicas que realicen de forma habitual, personal, directa, por cuenta propia y fuera del ámbito de dirección y organización de otra persona, una actividad económica o profesional a título lucrativo, den o no ocupación a trabajadores por cuenta ajena”. De este modo, deben estar inscritos en un régimen especial de la Seguridad Social, el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos o RETA, lo que implica una serie de ventajas e inconvenientes diferentes a los de los asalariados. Los autónomos trabajan por cuenta propia y son ‘sus propios jefes’, pero su trabajo no siempre está ligado a la innovación o el riesgo, un concepto que sí se aplica a los denominados emprendedores.

¿Qué es un emprendedor?

El concepto de emprendedor no está definido en ningún reglamento oficial, por lo que es difícil dar con una definición que contente a todos.  Para muchas personas, ‘emprendedor’ es simplemente una persona que emprende, y esto se puede hacer en muchos ámbitos (social, empresarial…) y desde muchas posiciones (siendo autónomo, colaborador o incluso asalariado). Desde este punto de vista, un emprendedor puede ser alguien que monta una empresa innovadora y diferente;  o también alguien que trabaja para una empresa y que, dentro de esta, se encarga de llevar adelante un proyecto pionero. Del mismo modo, quién emprende un proyecto social y novedoso, sin ánimo de lucro, también puede ser un emprendedor. En este caso, un cerrajero o un diseñador gráfico trabajando en régimen de autónomos, no serían emprendedores. Por otro lado,  hay quién relaciona la palabra emprendedor con el hecho de poner en marcha una actividad empresarial que conlleva riesgo. De este modo, sería emprendedor tanto quién monta una empresa innovadora, pionera en su campo,  como quién abre una tienda tradicional es su barrio, ya que el riesgo de fracaso debe asumirse en ambos casos. Además, en estos casos la figura del autónomo y del emprendedor coincidiría, porque se presupone la condición de trabajador autónomo cuando se ostenta la titularidad de un establecimiento abierto al público como propietario. En estos casos, no existe diferenciación entre el patrimonio mercantil y su patrimonio civil (personal). En definitiva, el concepto de autónomo sí está claro porque se trata de un régimen especial, mientras que emprendedor es un término utilizado en un contexto político y social, pero que a nivel administrativo no está definido y no tiene ningún valor.