Las aplicaciones web son herramientas que pueden utilizar los usuarios
accediendo mediante un servidor web (gracias a Internet o a alguna intranet) a través de un navegador, que ejecutará la tarea.
Las aplicaciones web aportan un valor añadido muy importante a nuestro ‘site’ y pueden ayudar a posicionarnos como un referente en el sector, si llegan a viralizarse.
Hay muchas clases de aplicaciones web que pueden ser utilizadas para muchos fines diferentes. Algunos ejemplos de este tipo de herramientas son editores de fotografía, bases de datos interactivas, calculadoras de impuestos, conversores de moneda o juegos; siempre que se alojen online y no sea preciso efectuar ninguna descarga, ni en el ordenador ni en el teléfono móvil.
Como las aplicaciones web se alojan en un servidor, cualquier dispositivo puede acceder a ellas, por lo que deben ser
capaces de adaptarse a todos los tamaños de pantalla, a los distintos dispositivos móviles y a los diferentes navegadores que pueda utilizar el usuario.
Por sus características intrínsecas, las aplicaciones web conllevan una serie de ventajas y de desventajas frente a las aplicaciones móviles, que sí necesitan ser descargadas en un dispositivo.
- Son una solución rápida y barata, ya que la inversión destinada a su desarrollo es menor y se necesita de menos tiempo.
- No hay que crear diferentes versiones para diversas familias de dispositivos: una aplicación web será accesible para todos los usuarios, utilicen iOS, Android, una tablet o un PC.
- El entorno web sigue siendo mejor a la hora de captar usuarios, ya que estos suelen ser reticentes en un primer momento a ocupar la memoria de sus dispositivos descargando una herramienta que no saben si va a resultarles de utilidad. Sin embargo, si sólo tienen que seguir un enlace URL, estarán más dispuestos a probarla.
- Utiliza lenguajes de sobra conocidos por los programadores, como HTML y CSS.
- No se necesita realizar actualizaciones periódicas ni que los usuarios den su permiso para implementar los cambios. Cuando se realice algún tipo de modificación, los internautas sólo tendrán que abrir de nuevo la web para encontrarse una nueva versión, prescindiendo de notificaciones y avisos.
- Aunque son más lentas, las aplicaciones web tienen menos tendencia a colgarse y a sufrir ‘bugs’ porque evitan los problemas técnicos que surgen de incompatibilidades o conflictos de software con otras aplicaciones, así como con los protocolos de seguridad de los dispositivos.
- Necesitan alojarse en una web optimizada y responsive para que los usuarios puedan utilizar la aplicación a la perfección.
- Al no tratarse de una app nativa, no se encuentran en los ‘market’ oficiales de los sistemas operativos predominantes en los teléfonos móviles, como Apple Store o Play Store. De esta manera, muchos usuarios que busquen una aplicación dentro en estas tiendas, no llegarán a dar con ella.
- Las apps nativas deben descargarse por lo que, una vez se ha dado este paso, es más probable que se usen de nuevo, fomentando la fidelización. Sin embargo, el mundo web es más volátil y es posible que el usuario recurra a cualquier otra aplicación con la que se tope en internet la próxima vez que lo necesite.
- De forma habitual, el usuario necesita de una mayor conectividad en las aplicaciones web que en las aplicaciones móviles para utilizar la herramienta.
- El rendimiento está limitado por la respuesta del navegador desde el que se ejecuta la aplicación.
- La experiencia del usuario es peor, ya que se adapta menos al dispositivo utilizado que una app nativa.
- Las funcionalidades offline quedan totalmente descartadas en las aplicaciones web.