Cualquier clase de negocio, por pequeño que sea, puede echar mano de las redes sociales para lograr conquistar a sus clientes. Facebook es el arma perfecta para ello, ya que es la red social generalista más utilizada en España y la que aglutina a una mayor diversidad de perfiles y edades -aunque otras redes como Twitter, Instagram y LinkedIn pueden resultar útiles para algunos públicos objetivos-. No obstante, un arma tan poderosa en unas manos inadecuadas o inexpertas puede acabar causando un daño involuntario en la reputación digital de la empresa. Es por ello que muchos negocios recurren a un profesional para que conquiste a los clientes en el espacio virtual de las redes, mientras el resto de empleados centran sus esfuerzos en el plano físico. Este experto recibe el nombre de Community Manager. Un Community Manager busca mejorar la presencia digital del negocio y generar tráfico hacia la web corporativa, pero sus funciones van más allá: debe cultivar las relaciones con los clientes, creando un entorno digital que favorezca la fidelización. Un Community Manager debe trasmitir la personalidad de la marca y sus valores a través de las interacciones que mantiene con la comunidad, realizando acciones de atención al cliente y gestión de crisis de reputación, quejas u opiniones. Aunque lo pintemos como un guerrero, un buen Community Manager también debe hacer gala de mucha empatía y sentido común: no olvidemos que no deja de ser una persona interactuando con otra persona, aunque lo haga a través de la red.